En Harinera del Valle optamos por una alimentación balanceada y saludable para los niños en su etapa de crecimiento y desarrollo.

A partir del primer año de vida y  hasta la pubertad, los niños inician un periodo de crecimiento estable en donde el organismo invierte más energía en el fortalecimiento de funciones inmunes, psicomotoras, digestivas y metabólicas. En este periodo se debe tener especial cuidado a la pérdida de apetito que muchos niños presentan, generada por la disminución de la velocidad de crecimiento y la neofobia por ciertos alimentos, lo que puede conducir en ocasiones a una dieta carente de algunos nutrientes.

Teniendo en cuenta que un niño no se convierte inmediatamente en un adulto, sus necesidades energéticas y de nutrientes se deben ajustar con el paso del tiempo, a fin de adaptar e individualizar la dieta que varía según su estado físico y nutricional, a su salud, costumbres y entorno.

La alimentación adecuada a partir del primer año de edad se basa en el consumo de una dieta saludable que cumpla con tres objetivos fundamentales:

  1. Asegurar un crecimiento y desarrollo óptimo.
  2. Evitar carencias nutritivas.
  3. Prevenir enfermedades.

Esto se logra mediante una dieta equilibrada y variada en platos, sabores, colores, texturas y consistencias que influyen en gustos personales, evitando conductas alimenticias caprichosas y monótonas con preferencia hacia unos alimentos o aversión a otros. Los menús han de adaptarse a las características individuales, familiares y económicas en cada caso.

A su vez, a los niños se les debe educar sobre actitudes en el momento de consumir los alimentos tales como: lavarse las manos antes y después de comer, masticar y utilizar adecuadamente los utensilios en la mesa, consumir los alimentos en el comedor y evitar  el consumo de los mismos en espacios no indicados como la sala o la habitación.

Para prevenir enfermedades como obesidad o malnutrición, se debe limitar el consumo de alimentos indulgentes (golosinas, jugos de botella o caja, gaseosas, entre otros). Debes tener en cuenta que el desayuno es una de las comidas más importantes del día y que la merienda que ofrecen en jardines y colegios no lo reemplaza.

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Es conveniente que el niño ingiera de cuatro a cinco comidas al día. Es decir, desayuno, almuerzo, comida y 1 o 2 refrigerios; esto responde a la capacidad digestiva limitada del infante. Es importante para la adquisición de unos hábitos alimentarios saludables, mantener los horarios de comidas y no saltarse ningún alimento.

En cuanto al uso de condimentos, se recomienda no usar caldos en cubo, sal y azúcar en las preparaciones por lo menos durante los primeros 3 años de vida. Para que la comida resulte más apetitosa, puedes reemplazar esos condimentos por unos más suaves como el ajo, cebolla, puerro o hierbas aromáticas; eso sí, empléalos con moderación.

En conclusión, los niños mayores a un año deben incorporarse a la dieta familiar siguiendo los patrones alimentarios que se explicaron anteriormente y atendiendo a las recomendaciones que ofrecen los profesionales en salud, con el fin de evitar errores comunes como: ofrecer cantidades grandes de alimentos proteicos, leche y lácteos derivados descremados, elaborar bocadillos con embutidos diversos, salar excesivamente los alimentos, ofrecer siempre zumo como alternativa a la fruta o hacer un mal uso de los complejos multivitamínicos.

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Nathalia Andrea Vargas
Nutricionista de Investigación y Desarrollo
Harinera del Valle

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